Pareciera que la política económica de Estados Unidos no va a cambiar por un tiempo impredecible. La renuncia al cargo no ofrecido a Lawrence Summers aclaro en algo el camino trazado, pero no todos están de acuerdo.

El interesante reporte de Federico Tessore de la semana pasada para Inversor Global, La Fiesta no se termina http://www.igdigital.com/2013/09/anuncio-reserva-federal-lleva-mercados-alza/, clarifica la actual situación de los ciudadanos  del  país del norte.

Desde Washington, nos  explica que los políticos son expertos en organizar fiestas multitudinarias e imponentes, pero son muy malos para terminarlas. De hecho, nadie está dispuesto a apagar las luces hasta tanto el festejo no acabe con ellos.

Tuvimos la oportunidad de pasar algunas horas en los mismos lugares que las personas de saco y corbata (políticos y banqueros) frecuentan. Como, por ejemplo, en el lujoso hotel W de Washington, donde el bar de su imponente terraza ofrece una vista increíble de la Casa Blanca, del Tesoro estadounidense y de varios otros históricos monumentos y edificios. A las 6 de la tarde del pasado martes, el bar se encontraba atestado de políticos y de personas que hacen lobby. Los mismos que sólo un par de días después pudieron seguir festejando luego de que el Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, decidiera que aún no era el momento indicado para terminar la fiesta…

¿Qué fiesta?, se preguntará. Bueno, la fiesta que los políticos ofrecen para todos sus amigos, principalmente a sus compañeros de profesión, a los empresarios y banqueros que los acompañan en lugares como el W Hotel de Washington.

Una vez que la decisión de la Fed fue conocida (de no innovar, o sea que el dólar barato seguirá adelante), se produjo una gran algarabía. Y por consiguiente las bolsas en general, bonos, monedas emergentes y commodities en particular, festejaron con fuertes alzas.

En definitiva, una vez que el Comité de Política Monetaria finalizó su reunión anunciando que mantendrá sin cambios su programa de inyección de liquidez (mediante la compra de US$ 85.000 millones por mes en T-Bond o títulos hipotecarios a los bancos) sin mencionar siquiera fecha para su posible reducción, y ratificara también la vigencia de la tasa de referencia para esa economía en el rango del 0 al 0,25% anual, siguió la fiesta.

¿Le parece difícil de entender todo este tema de los bancos centrales, la emisión de dinero y la compra de bonos? Es cierto, es todo un tanto complicado. Lo mismo pensaba yo hasta hace algunos años, a pesar de estar siempre involucrado en el mundo de la economía y los negocios desde que tengo uso de razón. Pero todo se me volvió más claro cuando pude entender lo siguiente: Los bancos centrales están creados para que los políticos puedan gastar todo lo que quieran sin control ni límite y para que, de esta forma, sus sueldos e ingresos puedan ser cada vez más altos.

Para que esto pase, no sólo ellos mismos tienen que poder pagarse buenos sueldos y bonos, sino mucho más importante, sus amigos tienen que ganar cada vez más negocios.

¿O a quién se cree que beneficia este festival de emisión de dólares sin respaldo que Estados Unidos -imitando a la “ejemplar Argentina de Cristina y sus amigos”- realiza desde hace décadas?

Un amigo mío contesta ante esta pregunta: “Por supuesto que nos beneficia a todos. Si Estados Unidos no hubiera salvado a los bancos como el Citibank, éstos habrían quebrado y empresas como Ford no existirían. Y esto hubiera provocado un caos y la economía habría casi desaparecido”. Tal vez los bancos como el que mencioné habrían desaparecido y firmas como Ford también, pero los que hubieran perdido más no habrían sido los trabajadores, quienes se quedaron sin empleo, por lo menos en un comienzo.

¡Los que habrían perdido más habrían sido mis vecinos de mesa en el W Hotel de Washington! Los que hacen lobby, abogados y banqueros se habrían quedado sin dinero para comprar sus trajes cada vez más caros y para pagar la agitada vida social que exige trabajar en Washington.

¿No me cree? Mire el título del Financial Times de unos días atrás: “La familia estadounidense media gana menos en términos reales que en 1989 después de que los ingresos familiares cayeran por quinto año consecutivo”.

Es decir, durante los últimos 24 años, el ingreso del estadounidense promedio descendió bruscamente a pesar de los “salvatajes” y paquetes milagrosos de políticos como Obama. Sí, es verdad, puede ser que este retroceso gradual no se note tanto como lo que puede provocar en los medios la noticia de que un banco como el Citibank quiebre.

Puede ser que esta forma que eligen los políticos es buena para que no todos se den cuenta de la debacle, para que, de esta forma, sigan ganando votos y elecciones. Sí, es cierto, pero todo tiene un límite. De la misma forma que los árboles no crecen hasta el cielo, las deudas no pueden crecer hasta el cielo.

¿O sí? Parece que el Gobierno de Obama sí cree que deben llegar allá. Así lo informó el diario Expansión de México el pasado miércoles:

“El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, señaló hoy que el problema para la mejora de la economía reside en que el Congreso en Washington está “atascado”, y rechazó que vaya a permitir que la elevación del tope de deuda federal se convierta en “una pieza de negociación”.

Obama reiteró su disposición a negociar con los líderes republicanos en el Congreso para acordar un plan de reducción del déficit y la deuda, al reconocer que el problema se concentra “en el largo plazo”, pero insistió en que la amenaza de una suspensión de pagos no puede ser utilizada como moneda de cambio.

De acuerdo con los cálculos del Tesoro, el tope de deuda federal de 16.7 billones de dólares se alcanzará a mediados del próximo mes de octubre.

“Lo que no haré será crear un hábito, un patrón, a partir del cual la credibilidad y la confianza en Estados Unidos acabe siendo una pieza de negociación para marcar ciertas políticas. Eso es irresponsable. La última vez que los hicimos, en 2011, tuvimos un decrecimiento económico en un momento en el que la recuperación estaba comenzando a despegar”, subrayó”.

De nuevo, no se asuste, parece complicado pero es bien simple. Obama dice que es irresponsable que los legisladores quieran dejar de correr el límite de la deuda al que se llega todos los fines de año en Estados Unidos. Verá, en el pasado, los en ese entonces responsables que había en la época, se animaron a limitar la cantidad de deuda que Estados Unidos podía tomar. Para que, justamente, personas irresponsables como Obama no puedan excederse. Pero desde hace varios años este límite se corre todos los años y de esta forma el Gobierno se puede endeudar cada vez más.

Y de esta forma la fiesta de los políticos y sus amigos continúa. Mientras la clase media estadounidense es cada vez más pobre, los ricos son cada vez más ricos. Sí, es verdad, aún quedan algunos ricos que hacen su dinero gracias a la innovación que siempre destaco a Estados Unidos. Pero también hay muchos otros que no tienen ningún mérito para hacer dinero, más allá de conocer a las personas adecuadas. Lo mismo que pasa en la Argentina, pero a escala mayor y con más glamour.

Si no me cree, pase una noche en el W Hotel de Washington y va a entenderlo. Entonces, se preguntará: ¿cuándo va a terminar la fiesta? O en realidad, ¿va a terminar la fiesta algún día?

Sin duda que va a terminar. ¿O usted alguna vez participó de una fiesta sin fin? En nuestro planeta, en nuestro mundo, no existen. Algunas pueden durar más que otras, pero ninguna duró para siempre. No se deje seducir por el glamour del poder y tenga en cuenta que este castillo de naipes tarde o temprano va a caer.

Si yo fuera usted, intentaría leer la revista InversorGlobal todas las semanas. No sé si podrá obtener un adelanto exacto de cuándo el fin de la fiesta llegará. Pero estoy seguro de que lo podrá ver antes que los demás. Y más importante, prepararse para la resaca de fin de fiesta…

Finalmente, me pregunto ¿De qué país Federico Tessore esta hablando,…de Estados Unidos o de la Argentina?