Las elites globales están usando tasas de interés negativas para hacer lo mismo que la inflación: desaparecer tu riqueza. Una forma de evitarlo es tener dinero en efectivo. Pero para impedir esa opción, las elites han lanzado una guerra contra el efectivo.

La guerra contra el efectivo tiene dos métodos principales. El primero es dificultar la obtención del efectivo. Los bancos estadounidenses reportarán a cualquiera que tome más de U$S 3.000 en efectivo como si se tratara de alguien involucrado en actividades sospechosas.

El segundo es eliminar los billetes de gran denominación. Estados Unidos se deshizo de sus billetes de U$S 500 en 1969 y el de U$S 100 perdió casi 85% de su poder de compra desde entonces. Con un poco más de inflación, el de U$S 100 será reducido a la nada.

La guerra contra el efectivo no es noticia, pero hay algunas novedades. Este mayo, el Banco Central Europeo anunció que estaban discontinuando la producción de nuevos billetes de 500 euros. Los existentes todavía serán moneda de curso legal pero no se producirán nuevos.

Esto significa que, con el tiempo, habrá poco suministro de estos billetes y aquéllos en necesidad de grandes denominaciones podrían aumentar el precio por arriba del valor nominal. Por ejemplo, pagando 502 euros por cada uno de 500. Esta prima de dos euros es como una tasa de interés negativa sobre las tenencias de billetes de menor denominación.

¿Por qué los bancos centrales como el ECB están imponiendo tasas de interés negativas? ¿Cuál es el punto de esta política?

Las tasas de interés negativa son un impuesto al ahorro disfrazado. El modo tradicional de robarles dinero a los ahorristas es la inflación. Podrías tener una tasa de interés positiva del 2% en tu caja de ahorro, pero si la inflación es del 3%, entonces tu retorno real es negativo en un 1%.

Si tomamos un depósito bancario de € 100.000 y aplicamos una tasa de interés positiva del 2%, ganarías €2.000 en intereses, dejando un saldo de cuenta de €102.000 después de un año. Pero después de ajustar por la inflación del 3%, el poder de compra del saldo de €102.000 será de sólo €98.940.

El ahorrista está peor. Esa es la realidad.

La segunda respuesta es la teoría académica detrás de las tasas de interés negativa. En teoría, los ahorristas estarán descontentos con las NIRP (Negative Interest Rate Policy) y reaccionarán gastando su dinero. Asimismo,  los empresarios encontrarán atractivas a las tasas de interés negativa porque pueden pedir dinero prestado y pagarle menos al banco.

Esta combinación de préstamo y gasto por los consumidores y empresarios llevará a un consumo e inversión que estimulará la economía, especialmente después de que los famosos multiplicadores keynesianos se sumen.

Esta teoría es ciencia basura. La realidad es lo opuesto de lo que los académicos de la elite proyectan. Los ahorristas están ahorrando para alcanzar alguna meta futura. Podría ser para su retiro, la educación de sus hijos o gastos médicos. Pero cuando se imponen las tasas negativas, los ahorristas no ahorran menos, sino más, para compensar la diferencia e intentar cumplir sus metas.

La otra consecuencia accidental de esta política es la señal que envía. Los ahorristas concluyen correctamente que si los bancos centrales están usando tasas de interés negativas, deben estar preocupados por la deflación. En la deflación, los precios caen. Los consumidores aplazan los gastos para conseguir precios más bajos en el futuro.

En vez de inducir a los ahorristas a ahorrar menos y gastar más, las tasas negativas  hacen que los ahorristas ahorren más y gasten menos. Es un ejemplo perfecto de la ley de las consecuencias no intencionadas. Cuando las teorías académicas abstractas son aplicadas en el mundo real por banqueros centrales sin experiencia del mundo real, obtienes el resultado opuesto al buscado.

Estas consecuencias ya han aparecido en Japón y Europa.

Se ha cuestionada la habilidad de los banqueros centrales para extender el la política de tasas negativas más allá de los niveles actuales. Prohibir el efectivo haría que esos planes sean mucho más fáciles de implementar.

Una solución para esta nueva situación es comprar oro físico. Pero los gobiernos siempre usan el terrorismo, el tráfico de drogas y el lavado de dinero como excusa para controlar a los ciudadanos honestos y privarlos de la habilidad de usar alternativas monetarias como el oro y el dinero en efectivo. Cuando empiezas a ver noticias sobre criminales usando oro en vez de efectivo, eso es un pretexto para la regulación gubernamental del oro.

Y adivina qué. Un artículo sobre el tema de los criminales usando oro apareció recientemente en Bloomberg. Esta es otra razón para obtener ahora tu oro físico, mientras todavía puedes.

Como si la inflación, la confiscación y las tasas negativas no fueran suficiente, las elites globales están planeando un nuevo plan de impuestos globales. Como siempre, hay un nombre técnico para los impuestos globales, así quienes no son parte de la elite no entienden el plan. Se llama BEPS, que son las iniciales de Base Erosion and Profit Shifting, que en español se traduciría como Erosión de la Base Imponible y Traslado de Beneficios.

El proyecto BEPS está siendo manejado por la OCDE y el G-20, con el FMI contribuyendo con soporte técnico. Vale la pena interiorizarse en este proyecto. Citando ese famosa línea atribuida a Trotsky, “Podrás no estar interesado en BEPS, pero BEPS está interesado en ti.”

El plan de la elite global no para ahí. También está la agenda del cambio climático liderada por las Naciones Unidas. La ciencia del cambio climático es un tema difícil, pero no tenemos que meternos en él para nuestros propósitos. Es suficiente con saber que el cambio climático es una plataforma conveniente para imponer el dinero mundial y el impuesto global.

 

Esto es porque el cambio climático no respeta las fronteras. Si tienes un problema global, entonces puedes justificar las soluciones globales. Un plan de impuestos globales para pagar por la infraestructura del cambio climático con dinero mundial es la meta.

No creas que el cambio climático no se relaciona con el sistema monetario internacional. Christine Lagarde casi nunca da un discurso sobre finanzas sin mencionar el cambio climático. Lo mismo para las otras elites monetarias. Saben que el cambio climático es el camino para el control financiero global.

Ese es el plan de la elite global. Dinero mundial, inflación mundial e impuestos globales, con el FMI como el Banco Central del mundo y los líderes del G-20 como la junta de directores. Nada de esto es secreto.

Pero se irá desarrollando en los próximos años.

Jim Rickards – Estrategia Financiera

 

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