¿Fue un mal experimento político o diez años de estabilidad? ¿Fue sólo frivolidad o una fiesta de consumo para casi todos? Actualmente, ¿no sucede algo parecido?

Cuál es la diferencia, hoy se favorece el consumo indiscriminado y los que más ganan habitualmente viajan al exterior.

Hablar de los 90 requiere, antes que nada, una buena cuota de honestidad. Fueron los años de la reforma y la desaparición del Estado, las desregulaciones, la reconversión de una economía de base industrial no concluida, desarrollo de servicios, apertura al mundo y la estabilidad política y monetaria.

Para denostar a los años 90, debemos dar una mirada a los países que nos circundan. Perú, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay, Colombia, México. Todos tienen una inflación de un digito, grandes reservas y una ostensible disminución de la pobreza. La economía que desarrollaron en el periodo que nos ocupa ¿estaba en contra del neoliberalismo, era de izquierda contra los imperios mundiales?

Con diferencias siguieron un camino semejante y el resultado es el actual. Todos en desarrollo con una importante tendencia al libre comercio (Pacto Andino – reciente Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP)).

Argentina siguió un camino diferente, y el resultado es el actual. Aislado del mundo, inflación de las altas del mundo, casi con reservas exhaustas, en recesión, con caída de las exportaciones y de las importaciones. ¿Porque seguimos consumiendo y viajamos por el mundo? Descubrimos un sistema económico único, que los demás países no lo saben: subvaluamos el dólar y emitimos todas las divisas que queremos. Igual que Estados Unidos. El único problema es que no somos Estados Unidos.

Los orígenes y evolución de la crisis del 2001

 Datos actuales, incluso referidos por la Presidente, nos informa que estamos desendeudados. Lo cierto es que cuando se desencadeno la crisis y que se decía impagable teníamos una deuda del orden de los us$ 150.000 millones. No llegaba al 50 % de PBI. Independientemente que según el Gobierno, hemos pagado más de US$ 170.000 millones, oh sorpresa la deuda actual está en orden de los US$ 250.000 millones. Por cierto cambiaron los acreedores ya que ahora nos debemos entre nosotros. Si bien no tenemos datos confiables sobre nuestro PBI (depende de a qué valor lo valoricemos, ya que tenemos muchos tipos de cambio) pero difícilmente supere los US$ 450.000 millones. En consecuencia, estamos prácticamente igual que en el 2001.

La situación económica en dicho año se estaba complicando porque la valuación de nuestro peso respecto al dólar, no respondía a la realidad de nuestra economía. Nuestra productividad no tenía posibilidad de compararse con las de las primeras economías del mundo. Los motivos eran básicamente las inconsistencias en controlar las privatizaciones llevadas a cabo en la década del 90, sin haber aprovechado el beneficio de las inversiones productivas, el bajo valor de nuestros bienes exportables básicamente agropecuarios, sin haber alcanzado una sustitución de importaciones industriales (situación que históricamente se pregona desde 1920) y mencionemos también la alta valorización del dólar respecto a las monedas del mundo que involucraba a la nuestra.

La paridad 1×1 respecto al dólar tuvo el inmenso beneficio, único en los últimos 50 años, que los argentinos pudimos conocer el valor del dinero. Podíamos saber lo que valían las cosas y darnos cuenta y tomar conciencia, de lo que podíamos gastar y hasta ver la posibilidad de ahorrar.

¿Cómo se podía haber superado la falta de productividad, y por ende de competitividad de nuestra economía? Uno de los caminos hubiera sido una nueva paridad cambiaria respecto al dólar, por ejemplo $ 1.40 o $ 1.50 y otro camino hubiera sido la definición de una serie de monedas, que tengan relación con nuestro comercio (la serpiente europea), con por supuesto una relación acorde con los intereses de nuestro comercio internacional. Una solución como la expresada tenía la ventaja de mantener el orden de la economía (el concepto tan duramente logrado de eliminación de la inflación) y actualizar nuestros precios respecto al mundo.

Es importante que nos demos cuenta que la repercusión en los precios locales (precios y salarios) no hubiera sido tan significativos (medidas para equilibrar las diferencias) como lo sucedido con la anulación de la convertibilidad y la consecuencia devaluatoria asimétrica. Con un plumazo comenzamos el camino de perder nuevamente el valor de las cosas y recomenzamos el concepto de inflación, que se manifestó fuertemente, e incremental, a partir del 2003/4.

En razón de las medidas tomadas la moneda se devaluó en más de un 400 % con la lógica pauperización del salario e in cremento de precios. A tal punto fue el descalabro logrado, que nuestro peso se valorizo hasta valer un poco más del 80% respecto a la convertibilidad original de 1 x 1. De haber utilizado los criterios mencionados, poco tiempo después de haberlas efectivizado, podríamos cambiar un sistema rígido o semi rígido, como el propuesto, por un sistema de valorización de nuestra moneda de metas inflacionarias, que es aceptado por todos los países del mundo, al punto que la inflación no es actualmente el principal problema global, como lo era alrededor de 20 años atrás.

Remarquemos que lo principal que hubiéramos mantenido era no solo el valor de nuestra moneda, sino que seguiríamos manteniendo el concepto del valor de las cosas que nos había sido tan difícil conseguir.

 

Al Cesar lo que es del Cesar

La Década Maldita, encarna en la Argentina todos los males del neoliberalismo económico que el relato kirchnerista prometió remediar. Son años que ocupan un lugar negativo en la memoria colectiva. Pero también, años de estabilidad política y económica que buena parte de la sociedad alentó y disfrutó. Dichas realidades se enfrentan con la actual. El relato cristinista y camporista es muy grave, no solo nos mienten sino que están convencidos que los que opinan lo contrario son noventistas o gorilas.

Asís es una de las escasas personalidades públicas que reivindican las políticas de aquellos años. “Está claro, que actualmente nadie quiere ser de derecha, ni siquiera en Pro». «Hay tres grandes cosas que fueron valiosas y que hoy faltan -sostiene este periodista y escritor-: la apertura de la economía y la generación de un clima de negocios, al margen de los desbordes «a la Argentina»; una estrategia en política exterior que, aunque precipitada y arbitraria, permitió ingresar sin visa a los Estados Unidos, algo que desearían hoy muchos antiimperialistas preventivos, y la idea de reconciliación nacional, que era indispensable, nos obligó a tragar varios sapos y de la que se volvió atrás por puro oportunismo conceptual.»

“En ambos casos, desde el poder se intentó controlar a los medios, manipular a la Justicia, eternizarse. Y en el final del camino, antes con el default de 2001 y ahora sin acceso a los capitales, con los dos terminamos descolgados del mundo.»

Volvamos al principio. Las diferencias entre las dos épocas es que, en la noventista estábamos en marcha, actualmente estamos enfrentados y paralizados. Nuestro futuro no está despejado.

 

Federico Rivero Lahitte