A través de los años de la vida de los países los problemas políticos y económicos son reiterativos y repetidos. Si buscamos en la experiencia no vamos a encontrar un problema que no conozcamos desde antes. Desarrollo estancado o mínimo, inestable distribución de la riqueza, desvalorización de la moneda (¿símbolo de soberanía?), falta de infraestructura, hambre y desnutrición en el mundo, en definitiva, de un modo u otro, pasa el tiempo y siempre estamos igual.

Entendemos que los que los temas mencionados deberían tener solución. Esta claro, no somos ilusos, nada es soplar y hacer botellas, pero lo que es inexplicable que siempre estamos igual.

Parece una verdad de Perogrullo pero todo análisis subyace la moral y la corrupción (http://codigoinversor.com/2013/08/la-guerra-que-comprende-todas-las-batallas-moral-vs-corrupcion/).

Tanto sea el presente extracto, como el siguiente (En busca de la adultez democrática –  Gabriel Palumbo – LA NACION), basan su desarrollo en un decidido ataque a la corrupción y a una valoración de la moral.

Pretendemos comentar una idea practica como reforma de fondo, y los dos conceptos mencionados son las bases del  futuro consistente que todos pretendemos. Me atrevo a decir que si no priorizamos la moral caemos en la corrupción. En este caso, no hay nada que decir.

Todo hace pensar que tenemos muchos legisladores

Revisando mis archivos me llamo la atención una nota publicada hace 13 años en la sección Enfoques del diario La Nación por la Licenciada Carlota Jackisch, con quien estudiamos en la Universidad de Belgrano, allá por 1982.

Advirtamos que la nota data del 2000, y en aquel entonces aun era valido el 1 por 1, un peso un dólar.

La provincia de Formosa gasta por cada legislador de su provincia siete veces lo que cuesta un legislador en la Baviera Alemana (que tiene 24 veces mas de población y produce riqueza 176 veces superior a la de Formosa)”.

“La Rioja soporta un gasto de $14.000.000 anuales para sus 30  legisladores y su   producto   bruto provincial es de  1.635.000.000. Mientras, la legislatura del estado norteamericano de Kansas gasta $12.100.000 anuales para sus 165 legisladores y tiene un producto bruto de $ 58.828.000.000”.

Partiendo de parámetros como los mencionados y con la firma de Carlos Alfredo Rodríguez, Rector de la Universidad del CEMA (http://www.cema.edu.ar/~car) de Buenos Aires, Argentina, se presento al público la siguiente propuesta, que por supuesto no fue tenida en cuenta. Como era una propuesta de reforma de fondo…no la vamos a considerar.

En su conjunto Argentina tiene 9.242 cargos electivos. Diputados y senadores, nacionales y provinciales, concejales municipales, gobernadores y vicegobernadores etc., le cuestan en conjunto al país 20.000 millones de dólares (cifra similar al blindaje financiero que en aquel momento recibió Argentina).

La propuesta es  que nuestro país reduzca a la mitad la cantidad de cargos electivos.

El Senado funcionaria igual de bien (o de mal), con 48 o 24 senadores que con los actuales 72. La Exma. Cámara de Diputados funcionaria igual de bien ( o de mal), con 129 Legisladores, en lugar de 257. ¿Hace falta un vicegobernador o un vicepresidente?.

En definitiva la propuesta es  achicar el mayor gasto improductivo nacional. A pesar de los años de esta propuesta la vigencia es total. ¿Alguien puede creer que si reducimos a la mitad los cargos electivos se complicaría la gestión?

“Con el ahorro del 50% de la cifra mencionada (u$s 10.000.000.000-) se pagaría la deuda externa en pocos anos. Podríamos tener jueces independientes mejor remunerados, mejor sistema de seguridad, salud o educación, mejores caminos o evitar las atroces inundaciones que periódicamente dejan a gran parte de nuestro agro en estado de quiebra”.

Como comentamos, la propuesta era un camino práctico y no teórico. No respondía a banderas de ningún partido político ni de gremios, sindicato o grupo económico que se oponían al gobierno.
Simplemente era un grupo de ciudadanos preocupados, que querían ( y quieren) una Argentina mejor que presentaba una propuesta novedosa.

“Tal vez haya muchas otras ideas viables, más eficaces o practicas, pero al fin queremos aportar la nuestra. Cualquier familia o empresa en estado de crisis achica su gasto innecesario, el país debe hacer lo mismo”.

Reflexión Final

Si las cosas a través del tiempo tienen un sentido circular y siempre volvemos a donde partimos, tenemos que buscar algunos caminos diferentes y más creativos. Si siempre hacemos y decimos lo mismo y la situación no cambia, somos estúpidos, farsantes o hipócritas.

http://inversionesalacarta.com/2013/10/no-sera-el-momento-de-hacer-reformas-de-fondo/

Federico Rivero Lahitte

 

 En busca de la adultez democrática

Los cambios que el Gobierno propone para mejorar el sistema electoral son una excelente oportunidad para un debate a fondo sobre el Estado que queremos, la participación de la ciudadanía, el futuro de los partidos y cómo escapar a las trampas del populismo

Es una rareza saludable, entonces, que el gobierno de Mauricio Macri se proponga una reforma de este tipo no bien comenzada su gestión. Por lo que ha trascendido, las modificaciones planteadas se nuclean en tres grandes temas. La implementación de una boleta única electrónica en todo el país, el establecimiento de un organismo electoral que descomprima al fuero federal de esas funciones y la racionalización del calendario de votación.

Estas reformas suelen ser consideradas desde un punto de vista institucionalista y normativo. Sin embargo, son un verdadero muestrario de las concepciones políticas de quienes las proponen. Una reforma política dice mucho más acerca de la idea de país, de ciudadanía y de relación entre el poder político y las personas que cualquier documento doctrinario o plataforma electoral.

Tras una década en la que el populismo precarizó la experiencia democrática, hoy tenemos la posibilidad de pensar una ambiciosa reforma política. Esta reforma pos populista debe tener como ordenador el intento de revitalizar la relación entre la política y los ciudadanos desde un punto de vista no paternalista. Esto es, devolverles soberanía a las personas para definir los términos en los que se relacionan con la vida pública y la política.

Una reforma política de fondo no puede desatender dos temas importantes, los partidos políticos y el Estado ( sobre este tema, ver próximamente Nota Nro 2 en este mismo blog). Por un lado, es necesaria una reforma que reviva a los partidos. Esta revitalización no puede ser pensada desde posiciones míticas o románticas que se han revelado como excepcionales (la restauración democrática en 1983), sino que tiene que dar cuenta de la actualidad del vínculo de la ciudadanía con la vida pública. Sin embargo, y al mismo tiempo, no existe democracia sin partidos, por lo que vale la pena poner la mayor creatividad al momento de repensarlos.

 

La vida de los partidos políticos, su relación con el dinero, sus formas organizativas y de desenvolvimiento son un tema ausente en la agenda política nacional, pero son vitales para mejorar la democracia. Extender esta discusión permitirá discutir, por ejemplo, cuál es el sentido de las afiliaciones. En tiempos en que los ciudadanos no se constituyen desde puntos fijos, la idea de afiliación está mucho más ligada a las necesidades de las capillas partidarias que a interpretar la manera de ver el mundo de los ciudadanos. Si los partidos cobran una nueva forma, estarán en mejores condiciones de promover modificaciones indispensables para su propia vida interna y para la democracia. Son ellos los que deben impulsar la necesidad de limitar los mandatos de los cargos electivos, desmotivando la formación de oligarquías partidarias y la fosilización de capas dirigentes.

Un paso más allá, si la reforma política se aventurara a extenderse a los partidos y al sistema de partidos, podría colaborar en la discusión sobre el monopolio de la representación. Las formas de la participación política se han diversificado tanto que los partidos no pueden reclamar ser su canal único. No es posible, entonces, que retengan la exclusividad en la representación, al menos en la escala local e incluso legislativa.

Indudablemente, la discusión de la obligatoriedad en las primarias puede abrir el necesario debate acerca de la obligatoriedad del voto.

El segundo tema que un grupo de reformas debería considerar es el de la reforma del Estado. Estas modificaciones no pueden estar sostenidas sobre concepciones sobreideologizadas o sobre criterios meramente cuantitativos. Las discusiones sobre el Estado no deben agotarse en la cantidad de empleados públicos. Este punto es sin duda importante, pero la discusión relevante es sobre la eficacia estatal en relación con el tipo de sociedad que queremos construir. La política argentina debe definir, en la medida en que esto sea posible, qué tipo de sociedad quiere construir y adecuar su noción de Estado a ese ideal. Es la única manera en la que se puede evaluar si se está en el camino correcto o si deben hacerse modificaciones. El Estado de hoy representa mucho más a las ideas y a las personas del siglo XIX que a las del siglo XXI. En definitiva, un Estado que en lugar de intentar formar ciudadanos a su imagen y semejanza, colabore en la búsqueda de autonomía y libertad de las personas.

Definitivamente, una reforma política sincera tendrá mucho de experimentalismo y de imaginación. Es de esperar que la reforma electoral planteada por el Gobierno sea un paso para ir en busca de la mayoría de edad democrática.

Gabriel Palumbo – PARA LA NACION

Sociólogo, profesor en la carrera de Ciencia Política de la UBA

http://www.lanacion.com.ar/1867648-en-busca-de-la-adultez-democratica