Solo se entiende esto conociendo el desastroso estado de la economía Argentina. Porque salvo los Argentinos, nadie quiere invertir en dólares. Muy buen resumen de Federico Tessore.

Estados Unidos emite sin parar. Y todos huyen del dólar. Salvo los Argentinos que están desesperados por el billete verde. Federico Tessore lo cuenta muy bien en su nueva nota publicada en Inversor Global.

Mientras el precio del dólar en Argentina llega a nuevos máximos sobre el comienzo del año 2013, Estados Unidos coquetea con el precipicio. A partir de esto, surge la pregunta acerca de si tiene sentido comprar una moneda -el dólar- que está cerca de caer en el abismo.

No está tan clara esa respuesta. O tal vez no importe mucho cuando se trata de salir de otra moneda -el peso argentino- que ya cayó en el precipicio. Toda alternativa es buena…

Ahora bien, ¿qué implica el abismo fiscal y por qué es una amenaza sobre el dólar?

El llamado “abismo fiscal” es un recorte del gasto público y una suba de impuestos que entraba en vigor el 1 de enero en Estados Unidos. El término fue creado por el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, en una presentación en el Congreso del país del norte.

Porque, en Estados Unidos, el Congreso (que está formado por el Senado y la Cámara de Representantes) debe autorizar el nivel de endeudamiento del Estado. Los legisladores aprueban un nivel máximo y, cuando éste se alcanza, aprueban otro.

En agosto de 2011, el Congreso ratificó un aumento del techo de la deuda de USD 2,1 billones. Pero los republicanos lograron incluir un apartado en el acuerdo que incluyera un compromiso para recortar el déficit.

La clave era acordar un ajuste del déficit de unos USD 990.000 millones antes del 31 de diciembre de 2012. Si eso no se lograba, entrarían en vigor recortes del gasto por valor de unos USD 650.000 millones y subas de impuestos por otros USD 110.000 millones. Eso era el llamado “abismo fiscal”.

Que se dispare este aumento de impuestos y esta reducción del gasto significa un impacto negativo para la economía, según los analistas, ya que si esto se daba, se esperaba que la economía sufriera como consecuencia de que la gente y el Estado tendrían menos dinero para gastar y aumentar el consumo de la economía.

Como este objetivo de reducción del déficit no se logró a fines del año pasado, si el Congreso no aprobaba una extensión del déficit y la deuda antes del 1 de enero, automáticamente se disparaban los aumentos de impuestos y la disminución de gastos mencionados.

Además, la deuda estadounidense corría peligro de entrar en default, ya que sin esta autorización para seguir gastando y tomando deuda, hacia marzo de este año el Gobierno tendría que comenzar a suspender los pagos de la deuda.

Y cuidado que estos pagos de deuda y el déficit que ya tiene Estados Unidos son inmensos. No estamos hablando de poco dinero. Por ejemplo, en el año fiscal que acabó el 30 de septiembre del año pasado, el déficit fue de USD 1.089 billones. Eso implica 7,3% del PBI del país.

Sobre el 1 de enero, es decir, sobre la fecha límite, los legisladores republicanos y demócratas se pusieron de acuerdo y autorizaron al Estado a seguir gastando más. Por lo tanto, en la teoría, Estados Unidos evitó caer en el abismo y la economía sigue su senda de recuperación. Y el dólar aún a salvo.

Ahora, ¿podemos confiar en este acuerdo de los políticos del país del norte? ¿Está realmente Estados Unidos lejos del abismo?

Todo hace pensar que no. Es muy probable que los políticos sigan “jugando” a pelearse por el presupuesto, mientras el gasto y el déficit no dejan de crecer. Todavía los inversores globales confían en el dólar y en los bonos estadounidenses, pero la pregunta es: ¿hasta cuándo seguirán confiando?

¿Podrá Estados Unidos seguir generando confianza si, año tras año, sigue empeorando sus finanzas? ¿Si año tras año financia su déficit con cada vez más deuda?

¿Hasta cuándo los chinos y los brasileros van a seguir comprando bonos de Estados Unidos en dólares?

Nadie sabe la respuesta. Pero lo que sí es fácil de intuir es que esto no puede durar para siempre.

Mientras, ¿qué hacen los argentinos? ¿Se quedan en pesos y evitan el dólar?

Cada vez que escribimos sobre la frágil situación de la economía del país del norte nos llueven e-mails y preguntas relacionadas con este tema. Muchos se enojan porque creen que existe una contradicción entre decir que la peor inversión es quedarse en pesos argentinos y que es mejor comprar dólares y luego decir que el dólar es una moneda que también va a perder valor.

Bueno, nosotros no lo vemos como una contradicción. Sólo es un tema de grados. La pérdida del valor del peso es rápida y fuerte. Por ejemplo, durante el año 2012 el peso perdió casi 50% de valor frente al dólar. Por lo tanto, la primera prioridad es salir del peso cueste lo que cueste.

Y la forma más fácil de hacerlo es comprando dólares. Ahora, una vez que el inversor tiene los dólares, tiene que invertirlos. No debe quedarse de brazos cruzados. Esto es lo que venimos repitiendo desde hace años y lo ratificamos hoy.

Está claro que la pérdida de valor del dólar es mucho más lenta que la del peso. Pero no por eso nos podemos quedar tranquilos con nuestros dólares. El principal atractivo de comprarlos es tener la posibilidad de perder menos dinero que estando en pesos. Pero, más importante aún, tener la posibilidad de acceder a otras inversiones más atractivas.

¿Qué otras inversiones?

Bueno, hay muchas que nos protegen de la caída del dólar. Desde el Reporte de Recomendaciones de inversión Crisis & Oportunidad acercamos muchas de las alternativas que nuestro equipo cree que son las mejores ideas para invertir dentro de este escenario.

Un escenario traicionero, donde las variables cambian minuto a minuto y de forma vertiginosa.

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ALGUNOS PENSAMIENTOS ADICIONALES….

La confusión entre los términos “liberalismo” y “libre mercado” es asombrosa entre los argentinos.

No puedo imaginar muchas palabras más que estén rodeadas de tantos prejuicios y preconceptos como estos dos términos.

Le cuento una anécdota. En pleno asado de fin de año, dos muy buenos amigos míos discutían sobre los medios en la Argentina y sobre la actitud de muchos “dueños” de medios importantes en el país.

En un momento, uno de ellos dice: “Sergio Szpolski es un buen ejemplo de un dueño de medios que es ultra liberal y lo único que le importa es ganar dinero, cueste lo que cueste”.

Hasta ese momento estaba fuera de la discusión, pero en ese instante sentí el impulso de involucrarme y le dije: “No hay nada más alejado del liberalismo que un empresario como Sergio Szpolski. Este tipo de empresarios no sólo ofrece un producto de pésima calidad al mercado, sino que también sólo sobrevive gracias a los contactos que desarrolla con los Gobernantes que le dan dinero para financiar sus ineficientes proyectos”.

Para los que no lo conocen, Sergio Szpolski es la cabeza del Grupo Veintitrés, que edita medios como la Revista Veintitrés y diarios como Tiempo Argentino o El Argentino. Se trata de medios oficialistas que tienen una tirada muy baja. Casi nadie los lee. A pesar de eso, gozan del beneficio de recibir millones de pesos de publicidad oficial.

Gracias a esto sobreviven. Sin la publicidad oficial no tendrían ni un mes de existencia. Este tipo de negocios y sus impulsores nada tienen que ver con el liberalismo y el libre mercado. Es más, representan todo lo contrario.

En una economía liberal y de libre mercado, un empresario como Sergio Szpolski no existe. Un empresario liberal es alguien que ofrece un producto competitivo, que la gente compra voluntariamente y de esta forma se transforma en un proyecto rentable gracias a que el producto o servicio es útil para sus clientes.

Este tipo de empresarios no necesita tener ningún contacto con los funcionarios de turno. Sólo se focalizan en ofrecer mejores productos y servicios para sus clientes. Se someten al frío e imparcial juicio del libre mercado que determina si su propuesta vale la pena o no.

Y cuando decimos “mercado” estamos hablando de miles o millones de personas que compran o no un producto, personas que toman decisiones autónomas y libres.

Una economía realmente liberal, que desarrolle este tipo de empresarios, es una economía que va a conseguir el desarrollo sustentable y continuo en el tiempo. Este tipo de economía entra en un círculo virtuoso de crecimiento: gana mercados, lanza nuevos y mejores productos, crea más y mejores empleos.

Una economía que desarrolla empresarios ineficientes, que crecen sólo gracias a contactos con el poder, es una economía que no va a poder crecer en el tiempo. Es una economía que entra en un círculo vicioso de decadencia: cada vez menos y peores productos, con cada vez menos y peores empleos.

En definitiva, termina convirtiéndose en una economía invadida por personas que dependen de los ingresos y la buena voluntad de los funcionarios de turno. Personas, millones de personas que terminan transformándose en zombis…

Le deseo un excelente fin de semana,

Federico Tessore

Para InversorGlobal Argentina

http://www.igdigital.com/2013/01/argentinos-desesperados-por-una-moneda-que-desaparece/