Una estrategia que se consolida. Chile, Colombia, México y Perú han desarrollado experiencias reciprocas de integración cada vez más ambiciosas. Proyectos para el futuro.

 

Desde nuestras columnas de www.codigoinversor.com hemos incursionado repetidamente en el tema de la globalización y de la búsqueda de los países de  ser miembros en uniones y alianzas de integración con el objetivo de desarrollar su comercio y desarrollo. Esta clara tendencia mundial no tiene la misma velocidad y profundización en las distintas agrupaciones económico-comerciales, ni de parte de las asociaciones ni de parte de los países. El tema es relevante para nosotros como inversionistas ya que estas alianzas, de lograr sus objetivos, abre caminos para diversificar nuestra posibilidad de nuevas inversiones. A la luz de la nota que a continuación vamos a reproducir, nos pareció oportuno presentar a los lectores de Inversiones a la Carta, algunas publicaciones, entre otras referidas al inicio de la presente: “La Globalización lleva a los países a buscar membrecía en uniones y pactos comerciales” http://codigoinversor.com/2013/09/la-globalizacion-lleva-a-los-paises-a-buscar-membresia-en-uniones-y-pactos-comerciales/ y “Latinoamérica: Mercosur  y Alianza del Pacifico” http://codigoinversor.com/2013/06/latinoamerica-mercosur-y-alianza-del-pacifico/.

El profesor e investigador universitario del Instituto de Integración Latinoamericana de la Universidad Nacional de La Plata, Marcelo Halperin, definió con claridad la fuerza de la Alianza del Pacifico y los nuevos caminos que se pueden descubrir y recorrer con conceptos modernos de integración. (La Nación – 25.02.2014)

 

La reciente firma del Protocolo (pendiente de ratificación)  al Acuerdo Marco de la Alianza del Pacifico, expresa la decisión de los gobiernos de Chile, Colombia, México y Perú para comprometerse concretamente en un marco de integración con sustento histórico y perspectivas de consolidación. El sustento histórico, no reconocido suficientemente, esta marcado por los objetivos que inspiraron la creación de la Asociación Latinoamericana de Integracion (ALADI), en los albores de los 80. Al sustituir a la fosilizada Asociacion Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) por Aladi, sus mentores propusieron reiniciar el camino de la integración atendiendo a las nuevas condiciones prevalecientes en la economía mundial.

Tanto los gobiernos como los organismos internacionales que respaldaron la iniciativa, advirtieron entonces que una integración regional factible debía constituirse sin falsos pudores de modo progresivo, desde abajo hacia arriba, con respecto a la extensión de los compromisos (empezando por revalorizar los vínculos bilaterales), y con respecto a su profundidad (empezando por desde simples “preferencias” comerciales sobre aranceles aplicados a terceros países).

De tal modo, los cuatro países miembros de la Alianza del Pacifico han venido protagonizando experiencias reciprocas de integración cada vez más ambiciosas  dentro de Aladi (recordando además que Colombia y Perú comparten el acervo de la Comunidad Andina).

En este sentido, es indudable que la Alianza del Pacifico debe analizarse en buena medida como una convergencia superadora de acuerdos bilaterales catalogados en Aladi como instrumentos “de alcance parcial de complementación económica”: Chile-Perú, Colombia-Chile, Colombia-México, Mexco-Peru, Chile-México.

Pero por otra parte la Alianza del Pacifico tiene perspectivas ciertas de consolidación porque esos mismos países han ido mas allá de lo previsto en la fundación del Aladi. Su preocupación actual no es la de compatibilizar distintas políticas internacionales sino, más bien generar mecanismos económicos y comerciales con la función atente de  prestarse “ asistencia reciproca”  frente a compromisos que han sido asumidos por todos ellos  mediante a tratados de última generación con países desarrollados.  Y aquí no solo se trata de comercio de mercancías, sino de normativas tales como las establecidas para la inversión y la contratación de servicios, incluyendo los financieros, las telecomunicaciones  y las compras gubernamentales, entre otras.

El itinerario es entonces inverso al imaginado.  Las teorías tradicionales concebían la integración económica como instancia preparatoria para una ulterior, e hipotética, inserción en los mercados extraterritoriales considerados como de mayor riesgo. Pero cuando los mercados internos tienden a ser absorbidos por una dinámica global de la que no pueden sustraerse, el objeto de la integración tampoco puede ser el mismo.

¿Se trata simplemente de replicar en una subregión los compromisos contraídos con terceros países? La materia negociada y su impacto previsible sobre los vínculos bilaterales preexistentes al interior de la Alianza del Pacifico parece indicar otra pretensión. Los países involucrados están procurando avanzar hacia una convergencia o entrelazado comercial y productivo a nivel plurilateral para promover en esta nueva escala el fortalecimiento de los mercados internos. El objetivo común es ostensible: controlar los efectos adversos de una internacionalización en curso.