La bolsa lleva un par de semanas bajando. Se están barajando muchas razones, pero en realidad nadie sabe por qué. Y puede que no haya una «razón»; las acciones no necesitan una razón para bajar. De vez en cuando, simplemente, bajan. No es la explicación más convincente, pero a veces el precio de los activos sube y baja. Siempre ha sido así, y siempre será.

 

Normalmente, una expansión del crédito empuja los precios al alza y una contracción los vuelve a reducir. «El crédito aún se está expandiendo», dice el economista Richard Duncan, «pero cuidado con los resultados del próximo trimestre».

En cualquier caso esto poco importa ya.

Compramos acciones cuando están baratas, no cuando están caras. Y las acciones estadounidenses están caras. Mi aviso: vendan. Quédense al margen de la bolsa hasta que las acciones vuelvan a ser baratas otra vez.

Hace unas semanas les hablé de cómo la vida en mi rancho de Argentina le endurece a uno. A nivel físico, y a otros niveles. Comparado con ello, mi carrera empresarial ha sido bastante suave. Ahora, en la industria editorial -la única que de verdad conozco- la audacia es recompensada. Las buenas ideas y el trabajo duro rinden.

Pero aquí, en el rancho, no importa lo listo que seas o lo duro que trabajes. Los márgenes son tan delgados como el aire del desierto y los beneficios tan escasos como la hierba.

Cuando un hombre alcanza cierta edad, está preparado para un reto nuevo. Su carrera languidece y, o se propone algo nuevo, o se detiene en seco. Necesita hacer algo para ocupar lo que le queda de tiempo y de energía.

Su esposa a menudo le apoya sin reservas; lo último que quiere es un marido sin nada que hacer.

Algunos se dedican a jugar al golf, otros se dedican a un negocio nuevo. A uno incluso se le ocurrió comprarse un rancho en Sudamérica, que además resultó ser un buen lugar para hacer crecer cepas de la variedad Malbec.

Pasamos el jueves y viernes de la semana pasada cosechando la uva. Es decir, nos pasamos los dos días con las rodillas en el suelo rocoso, cortando uvas y arrojándolas en un cubo de plástico. Así de vid en vid.

Esto ocurrió durante el tiempo suficiente para darnos cuenta de que no estamos hechos para esta vida. Nuestras espaldas, rodillas y piernas dolían. Nuestros hombros estaban atenazados.

Tampoco se les veía demasiado bien a los veteranos del rancho. El cuerpo de Norberto estaba retorcido después de una vida de trabajo duro. Él es un año más joven que yo, pero se ha dejado la piel trabajando mucho más que yo. Jorge tiene dos años menos, pero se queja de artritis en sus hombros y brazos. Natalio tiene siete años menos. Él no se queja, pero se mueve más lentamente que los veteranos.

Un inversor veterano es probablemente un mejor inversor, si aún es solvente. Es un superviviente, es más sabio gracias a ello. Ha visto más timos, más teorías demenciales y más planes de negocios fantasiosos que un hombre joven.

Pero la edad no es una ventaja para un cosechero, incluso para uno que ha sido endurecido por la vida en un rancho al pie de los Andes.

En los negocios, la edad, también, puede ser una ventaja. Un veterano sospecha más y es más cínico. Espera que se produzcan problemas y contratiempos, y rara vez se equivoca sobre esto.

También es muy cauto respecto a los planes de negocio, sobre todo los suyos.

Pero la gente se embarca en negocios por un número de razones, no sólo para maximizar sus ganancias y rara vez para maximizar el valor para los accionistas. Muchos negocios se llevan a cabo por placer, autorrealización, vanidad o simple curiosidad.

Galerías de arte, paseos en barco, centros de yoga, aerolíneas y plantaciones de uva rara vez generan dinero. Al menos, no que yo sepa.

A menudo suelen ser cosas que la gente quiere hacer y lo justifican con la esperanza de ganar dinero con ello en el futuro. Los apartamentos pied-à-terre de París, por ejemplo, se compran porque la gente cree que es fantástico tener su propia casa en la Ciudad de la luz. Entonces, lo preparan como un apartamento para alquilar, diciéndose a sí mismos que el apartamento se pagará con las rentas del alquiler. A veces ocurre, pero no es lo normal.

Igualmente, una galería de arte es un proyecto ligado a la vanidad personal. Un amante del arte siente que tiene que extender sus gustos artísticos al resto de la comunidad. Así que prepara una galería donde todo el mundo puede ver lo que él considera decente o provocativo. Se convence a sí mismo de que el proyecto generará suficiente dinero como mantenerse por sí mismo. Puede que a veces será así…

Como regla general, cuanto más atractivo -social, artística, medioambiental o éticamente- sea el proyecto empresarial, más dinero perderá. Nadie presume ante sus amigos sobre su negocio de recambio de piezas para coches, su negocio de préstamos personales o su estanco. Nadie se mete en estos negocios si no es por el dinero, y suele ser una buena cantidad de dinero.

¿Da dinero un rancho argentino gestionado por economista renegado estadounidense? Lo cierto es que no. Próximamente entraré en más detalles con ustedes.

Bill Bonner

 

Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros «Financial Reckoning Day» y «Empire of Debt» que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos. Sus columnas hacen parte de la Revista InversorGlobal.