Quince días atrás, Mauricio Macri se convirtió en el nuevo presidente de Argentina. Inició la carrera como un outsider, pero el impulso de su coalición Cambiemos (PRO, Unión Cívica Radical y Coalición Cívica) lo ha catapultado a la Casa Rosada. Es otra vuelta de tuerca en la fascinante historia política de Argentina que, desde la independencia, ha sido gobernado por caudillos, dictadores y presidentes electos democráticamente.

Elecciones limpias han elegidos a los gobernantes de la cuarta mayor economía de América Latina, años atrás la quinta del mundo. Pero a través del tiempo, los votantes no han hecho un gran trabajo para elegir buenos presidentes. Una mezcla embriagadora de corrupción y populismo llevo a que un gran país, haya sido mal gestionado.

El nuevo líder promete luchar contra algunos de los males que tradicionalmente negó a la Argentina alcanzar su potencial. Yo era optimista, incluso antes de que Macri ganara las elecciones. Su victoria es una gran noticia para la bolsa Argentina y debería atraer más oportunidades de inversión.

 

Macri ha asumido un gran problema político

 

Vamos a aclarar esto.  Macri acaba de aterrizar en uno de los trabajos más difíciles en la región. La política argentina, tradicionalmente ha sido dominada por el clientelismo. En primer lugar, fueron los caudillos, que utilizaron su poder para defender determinados políticos. Luego de la llegada del enigmático Juan Perón en la década de 1940, comenzó un nuevo estilo de dirigismo estatal. Después de la caída de la junta militar, a raíz de la derrota de las Malvinas, surgió la esperanza real de un nuevo tipo de política,… pero gradualmente se volvió al modelo del populismo, clientelismo y estatismo.

Por supuesto ningún sistema político es perfecto, sin embargo, la corrupción en la política Argentina es particularmente endémica. Tengo amigos en Argentina que me informaron que para ser funcionario de cierto nivel político, hay que aceptar en dar un porcentaje de sus propios ingresos a la persona que ha otorgado el cargo (cursiva a cargo del traductor).

Recuerdo que cuando llegué por primera vez en la Argentina como un joven periodista independiente, admiraba las protestas masivas en la calle. Todo aparecía apasionado y es exactamente lo que esperaba de América Latina. Sin embargo, cuanto más vivía allí, más me daba cuenta de que muchos de estos manifestantes eran transportados en autobús para servir las necesidades de los intereses creados. Eran militantes políticos, que se utilizan para crear el desorden que impida un debate racional sobre las decisiones difíciles que el país necesita tomar.

Es este marasmo político que paraliza a Argentina, un país enorme dotado de riquezas naturales y una población educada – es lo que impide desarrollar su enorme potencial. Va a ser difícil para Macri para desafiar el status quo, pero si por lo menos presenta lucha y honestidad, las potencialidades de Argentina se manifestarían rápidamente.

 

Un desastre económico

El ambiente político ha creado la mala gestión económica. Macri es precedido por el equipo de marido y esposa, Néstor y Cristina Kirchner. Primero Néstor y luego Cristina, se deleitaban con este sistema, la compra de los votantes con medidas populistas, como regalar televisores de pantalla plana a los pobres. En el inicio de su gestión lograron éxitos. La economía Argentina se recuperó de la gran depresión que sufrió en el cambio de siglo. Básicamente, debido a los altos precios de las materias primas.

Pero detrás de las fuertes cifras de crecimiento, los problemas se estaban gestando. El estilo poco ortodoxo de la gestión económica significó enormes distorsiones que comenzaron a destruir la economía. Por ejemplo Cristina Kirchner quería eliminar la ‘especulación’ de empresas de energía mediante la fijación de un precio máximo de su gas natural para el mercado local. Parecía una buena idea, pero eso significaba que las compañías petroleras dejaron de invertir en exploración y producción, lo que llevó al país rico en energía a verse obligado a importar gas mucho más costoso. Otra gran distorsión es el tipo de cambio, que con el objetivo de eliminar el drenaje de divisas, lo mantenía artificialmente bajo, con lo que logro impulsar la demanda de dólares en el mercado negro. Finalmente se llegó a una inflación en torno al 35% al ​​año, clara señal de que algo va mal.

Como resultado, la economía Argentina, en el mejor de los casos, se ralentizo. La estimación es que se ha contraído, desde 2011.

 

Una tarea gigantesca aguarda Macri, pero los inversores deberían beneficiarse

La tarea será inmensa, pero creo que los inversores piensan que todo lo que haga será una mejora con respecto a sus predecesores. Él ha prometido facilitar los controles de capital, mejorar la calidad de las estadísticas económicas y dar al banco central un papel más autónomo. Es un buen comienzo, pero los problemas más graves, como la falta de competitividad de las exportaciones argentinas, la ausencia del país de los mercados internacionales de deuda y un déficit fiscal creciente, tendrá que ser atacado para volver a crecer.

En el corto plazo Macri va a tener un camino difícil. No controla la mayoría en ninguna de las cámaras, lo que dificultará su capacidad para tomar las fuertes medidas necesarias. Sin embargo, he sido optimista sobre la Argentina desde 2013. No porque tuviese una bola de cristal y esperaba un líder pro-empresarial para llegar al poder y resolver todos los problemas del país, pero si pensábamos, que un país rico como Argentina no podía seguir negando a los grandes inversores. Todos nuestros consejos argentinos han hecho bien desde entonces y la llegada de Macri sólo puede ayudarlos a trabajar mejor.

James McKeigue – The New World